Comentario
La neutralidad de España, tras la Paz de Basilea, duró escasamente un año. El objetivo español era constituir una alianza con Francia y Holanda, a la que posteriormente se unirían Dinamarca, Cerdeña y los Estados Unidos, y jugar el papel de potencia mediadora en Italia, donde Napoleón dirigía las operaciones militares desde marzo de 1796.
Sin embargo, en el período comprendido entre la Paz de Basilea y la firma del Pacto de San Ildefonso, en agosto de 1796, las oportunidades concedidas a España para actuar en Italia fueron mínimas, precisamente en momentos en que el escenario bélico europeo se había desplazado a aquella península. El ataque francés al Piamonte fue un éxito para el ejército republicano que obligó a los piamonteses a firmar el 28 de abril de 1796 el armisticio de Cherasco, que dejó a Napoleón las manos libres para atacar a los austríacos en la Lombardía.
Sin tomar en consideración los intereses familiares españoles, los franceses invadieron Lombardía atravesando el ducado de Parma y obligando al duque Fernando, el hermano de la reina española, a pagar fuertes indemnizaciones en víveres, dinero -los millones de libras- y obras de arte, entre ellas el San Jerónimo de Correggio. La ocupación de Milán a mediados de mayo tras el triunfo francés de Lodi, provocó el pánico en Roma, que solicitó la mediación española acogiéndose a lo estipulado en la Paz de Basilea, al verse los Estados Pontificios implicados en el conflicto. Pese a que el embajador español Azara, convertido por entonces en uno de los principales asesores de Godoy en política exterior, se entrevistó con Napoleón en junio de 1796 en el palacio Pépoli de Bolonia, quedando impresionado por la personalidad del general, al que consideró "uno de aquellos ingenios privilegiados que la Naturaleza produce muy de tarde en tarde", no se detuvo el avance francés, que ocupó los territorios pontificios de Ferrara y Bolonia, los cuales serían íntegrados en la República Cisalpina en junio de 1797. Sólo el pago a los franceses de una elevada cantidad de dinero, fijada en 21 millones de libras en metálico y 5 millones en víveres, y la entrega de numerosas obras de arte, entre ellas cuadros de Rafael y Mantegna, además del Apolo de Belvedere y otros cuadros, estatuas y 500 documentos, permitieron la firma de un armisticio entre Pío VI y el Directorio el 23 de julio de 1796. El acuerdo impidió momentáneamente la entrada del ejército napoleónico en Roma, aunque el tratado negociado por Azara fue calificado por él mismo de "inicuo, bárbaro, y ultrajante". El desarrollo de estos acontecimientos y el papel desempeñado en ellos por la diplomacia española venían a demostrar palpablemente el reducidísimo peso que en la práctica tenían las concesiones que sobre el papel había hecho Francia en Basilea.